Dentro de los grupos más vulnerables a la dictadura stronista ubicamos a la mujer, que fue víctima ya sea como madre, como hija, como pareja. »Más
Una situación que queda invisibilizada la mayoría de las ocasiones es que las mujeres sufrieron consecuencias familiares que terminaron recayendo en los hombros de ellas. »Más
Las mujeres narran más el impacto que produjo toda la represión en ellas, en la familia, y expresan cómo se sintieron en aquel momento. »Más
Hay una poca diferencia entre la proporción de torturados, entre los varones alcanza 95% y entre las mujeres alcanza el 85%. »Más
Los roles de la mujer durante la dictadura
Dentro de los grupos más vulnerables a la dictadura stronista ubicamos a la mujer, que fue víctima ya sea como madre, como hija, como pareja. En un principio, muchas mujeres que brindaron su declaración lo hacían en calidad de testigos o en nombre de alguna otra persona, como su padre, su pareja, su hijo, pero no como víctimas ni como personas afectadas por la represión. La investigación de la CVJ refleja que las mujeres no fueron consideradas como sujetos directos de las violaciones de derechos humanos, por dar prioridad a las violaciones que sufrieron sus familiares. Sin embargo, el estudio de la CVJ demuestra que la mujer fue sujeto permanente de violaciones de los derechos humanos durante la dictadura. A pesar de tener roles establecidos e impuestos por la sociedad, muchas mujeres decidieron organizarse y participar en grupos políticos, grupos armados, movimientos campesinos, sindicatos y otros, con muy diversos fines: mejorar la calidad de vida, la búsqueda de una sociedad democrática, la liberación de la dictadura, la igualdad social, para lo cual realizaron diversas actividades, como reuniones, manifestaciones, trabajos cooperativos, lucha armada, tareas de educación, entre otras.
Invisibles
Una situación que queda invisibilizada la mayoría de las ocasiones es que las mujeres sufrieron consecuencias familiares que terminaron recayendo en los hombros de ellas, como el hecho de quedarse solas a mantener el hogar, teniendo que salir a recolectar la siembra para alimentar a sus hijos e hijas, pasando hambre cuando terminaba la cosecha y sin tener nada más que comer. Algunas quedaron con varios hijos e hijas, otras quedaron embarazadas, con el miedo de que en cualquier momento podían ser también llevadas ellas, con la incertidumbre sobre lo que pasaría con su pareja, sin saber sobre su paradero en muchos casos, si regresaría vivo o no. Además de la sobrecarga de roles, ya que hasta ese momento la recolección era desempeñada en su mayoría por los hombres.
La discriminación de género
Un análisis comparativo entre los testimonios de hombres y mujeres muestra que las mujeres, además de la violencia ejercida hacia ellas, sobre todo hacen referencia generalmente a las pérdidas de familiares, mientras los hombres describen más su experiencia en la militancia, su detención y tortura. Las mujeres narran más el impacto que produjo toda la represión en ellas, en la familia, y expresan cómo se sintieron en aquel momento. Las mujeres refieren más impactos psicológicos de amenazas y tristeza, sobrecargas de roles, la pérdida de sus propios proyectos personales y oportunidades de desarrollo. Aunque la discriminación de género no puede considerarse solamente una consecuencia del sistema represivo, las violaciones de derechos humanos refuerzan, amplifican y profundizan esa discriminación validando la injusticia de género como normatividad social e instalan nuevas y peores formas de discriminación y violencia basadas precisamente en el género, tales como la esclavitud sexual, las distintas modalidades de tortura sexual, la privación de la libertad de hijos e hijas, la desintegración familiar, la exclusión social, entre otras. Las mujeres aprendieron desde niñas, por el hecho de vivir en una sociedad patriarcal y machista, a asumir roles socialmente establecidas para mujeres, como las tareas del hogar, ser madres, cuidar de sus hijos e hijas, hacerse cargo de su marido, entre otros. En el contexto de la dictadura estos roles fueron reasignados haciendo énfasis en el papel subordinado de las mujeres frente a sus maridos o los hombres en general. Muchas mujeres no dejaron de cumplir ninguno de los roles tradicionales asignados, pero asumieron además el de militantes y luchadoras. Las mujeres sufrieron de manera directa detenciones arbitrarias, privaciones ilegales de la libertad, torturas y otros tratos o penas crueles, inhumanas y degradantes. La cantidad de mujeres que fueron detenidas (2.571) y procesadas (136) fue muy inferior a la cantidad de varones detenidos (17.292) y procesados (1.659). Esto supone que el 13% del total de detenidos eran mujeres. En términos proporcionales, fueron procesados el 9,6% de los varones detenidos y el 5,3% de las mujeres detenidas; el total procesado fue de un 8,9% de hombres y mujeres detenidas.
Hombres y mujeres, torturados con la misma saña
Hay una poca diferencia entre la proporción de torturados, entre los varones alcanza 95% y entre las mujeres alcanza el 85%. En ambos casos la proporción de torturados es enorme, y, aunque los análisis cuantitativos señalen que las mujeres relatan menos episodios de torturas y secuelas, sí denuncian muchos más casos de violencia sexual que los hombres. Numerosas mujeres sufrieron violaciones a sus derechos, ya sea por haber sido detenidas, exiliadas, desaparecidas ellas o algún familiar, por haber sido sometidas a violaciones sexuales, así como a trabajos forzados, en muchos casos, cuando la comunidad entera fue sitiada por militares o policías, algunas fueron confinadas y otras también muertas. Un análisis comparativo entre los testimonios de hombres y mujeres muestra que las mujeres, además de la violencia ejercida hacia ellas, sobre todo hacen referencia a las pérdidas de familiares, mientras los hombres describen más su experiencia en la militancia, su detención y tortura. Las mujeres narran más el impacto que produjo toda la represión en ellas y expresan cómo se sintieron en aquel momento. Las razones o motivos de las violaciones de derechos humanos de las mujeres están sobredeterminadas por relaciones de poder y humillación precisamente por su condición de mujer. El cuerpo de las mujeres es cosificado, es decir que se lo ve como algo que se puede poseer, conquistar y dominar. El cuerpo de las mujeres fue utilizado por los agentes del Estado para generar terror en las víctimas, en otras mujeres, y además para mostrar dominio ante sus opositores, es decir, las parejas de estas mujeres. Al ser los violadores de estos derechos quienes deberían ser los garantes de los mismos, se generó una sensación de inseguridad, de incertidumbre y sobre todo de desconfianza.
?>
Los roles de la mujer durante la dictadura
Invisibles
La discriminación de género
Hombres y mujeres, torturados con la misma saña
Mujeres
Los roles de la mujer durante la dictadura
Dentro de los grupos más vulnerables a la dictadura stronista ubicamos a la mujer, que fue víctima ya sea como madre, como hija, como pareja. En un principio, muchas mujeres que brindaron su declaración lo hacían en calidad de testigos o en nombre de alguna otra persona, como su padre, su pareja, su hijo, pero no como víctimas ni como personas afectadas por la represión. La investigación de la CVJ refleja que las mujeres no fueron consideradas como sujetos directos de las violaciones de derechos humanos, por dar prioridad a las violaciones que sufrieron sus familiares. Sin embargo, el estudio de la CVJ demuestra que la mujer fue sujeto permanente de violaciones de los derechos humanos durante la dictadura. A pesar de tener roles establecidos e impuestos por la sociedad, muchas mujeres decidieron organizarse y participar en grupos políticos, grupos armados, movimientos campesinos, sindicatos y otros, con muy diversos fines: mejorar la calidad de vida, la búsqueda de una sociedad democrática, la liberación de la dictadura, la igualdad social, para lo cual realizaron diversas actividades, como reuniones, manifestaciones, trabajos cooperativos, lucha armada, tareas de educación, entre otras.
Mujeres
Invisibles
Una situación que queda invisibilizada la mayoría de las ocasiones es que las mujeres sufrieron consecuencias familiares que terminaron recayendo en los hombros de ellas, como el hecho de quedarse solas a mantener el hogar, teniendo que salir a recolectar la siembra para alimentar a sus hijos e hijas, pasando hambre cuando terminaba la cosecha y sin tener nada más que comer. Algunas quedaron con varios hijos e hijas, otras quedaron embarazadas, con el miedo de que en cualquier momento podían ser también llevadas ellas, con la incertidumbre sobre lo que pasaría con su pareja, sin saber sobre su paradero en muchos casos, si regresaría vivo o no. Además de la sobrecarga de roles, ya que hasta ese momento la recolección era desempeñada en su mayoría por los hombres.
Mujeres
La discriminación de género
Un análisis comparativo entre los testimonios de hombres y mujeres muestra que las mujeres, además de la violencia ejercida hacia ellas, sobre todo hacen referencia generalmente a las pérdidas de familiares, mientras los hombres describen más su experiencia en la militancia, su detención y tortura. Las mujeres narran más el impacto que produjo toda la represión en ellas, en la familia, y expresan cómo se sintieron en aquel momento. Las mujeres refieren más impactos psicológicos de amenazas y tristeza, sobrecargas de roles, la pérdida de sus propios proyectos personales y oportunidades de desarrollo. Aunque la discriminación de género no puede considerarse solamente una consecuencia del sistema represivo, las violaciones de derechos humanos refuerzan, amplifican y profundizan esa discriminación validando la injusticia de género como normatividad social e instalan nuevas y peores formas de discriminación y violencia basadas precisamente en el género, tales como la esclavitud sexual, las distintas modalidades de tortura sexual, la privación de la libertad de hijos e hijas, la desintegración familiar, la exclusión social, entre otras. Las mujeres aprendieron desde niñas, por el hecho de vivir en una sociedad patriarcal y machista, a asumir roles socialmente establecidas para mujeres, como las tareas del hogar, ser madres, cuidar de sus hijos e hijas, hacerse cargo de su marido, entre otros. En el contexto de la dictadura estos roles fueron reasignados haciendo énfasis en el papel subordinado de las mujeres frente a sus maridos o los hombres en general. Muchas mujeres no dejaron de cumplir ninguno de los roles tradicionales asignados, pero asumieron además el de militantes y luchadoras. Las mujeres sufrieron de manera directa detenciones arbitrarias, privaciones ilegales de la libertad, torturas y otros tratos o penas crueles, inhumanas y degradantes. La cantidad de mujeres que fueron detenidas (2.571) y procesadas (136) fue muy inferior a la cantidad de varones detenidos (17.292) y procesados (1.659). Esto supone que el 13% del total de detenidos eran mujeres. En términos proporcionales, fueron procesados el 9,6% de los varones detenidos y el 5,3% de las mujeres detenidas; el total procesado fue de un 8,9% de hombres y mujeres detenidas.
Mujeres
Hombres y mujeres, torturados con la misma saña
Hay una poca diferencia entre la proporción de torturados, entre los varones alcanza 95% y entre las mujeres alcanza el 85%. En ambos casos la proporción de torturados es enorme, y, aunque los análisis cuantitativos señalen que las mujeres relatan menos episodios de torturas y secuelas, sí denuncian muchos más casos de violencia sexual que los hombres. Numerosas mujeres sufrieron violaciones a sus derechos, ya sea por haber sido detenidas, exiliadas, desaparecidas ellas o algún familiar, por haber sido sometidas a violaciones sexuales, así como a trabajos forzados, en muchos casos, cuando la comunidad entera fue sitiada por militares o policías, algunas fueron confinadas y otras también muertas. Un análisis comparativo entre los testimonios de hombres y mujeres muestra que las mujeres, además de la violencia ejercida hacia ellas, sobre todo hacen referencia a las pérdidas de familiares, mientras los hombres describen más su experiencia en la militancia, su detención y tortura. Las mujeres narran más el impacto que produjo toda la represión en ellas y expresan cómo se sintieron en aquel momento. Las razones o motivos de las violaciones de derechos humanos de las mujeres están sobredeterminadas por relaciones de poder y humillación precisamente por su condición de mujer. El cuerpo de las mujeres es cosificado, es decir que se lo ve como algo que se puede poseer, conquistar y dominar. El cuerpo de las mujeres fue utilizado por los agentes del Estado para generar terror en las víctimas, en otras mujeres, y además para mostrar dominio ante sus opositores, es decir, las parejas de estas mujeres. Al ser los violadores de estos derechos quienes deberían ser los garantes de los mismos, se generó una sensación de inseguridad, de incertidumbre y sobre todo de desconfianza.

«La presente página Web ha sido elaborada con la asistencia de la Unión Europea. El contenido de la misma es responsabilidad exclusiva de la Fundación CIRD y en ningún caso debe considerarse que refleja los puntos de vista de la Unión Europea».